martes, 22 de julio de 2008

Campo Visual

Dibujar es una ocupación literaria. Yo no abandono un dibujo sino hasta que no puedo agregarle la palabra fin… Me gustaría que en pintura también se pudiesen usar las palabras prosa y poesía para, así, definir mi trabajo como una pintura en prosa. El impulso narrativo es esencial…
Valerio Adami


La línea y el punto forman figuras, palabras: lenguajes. La línea es el punto que se alarga; el punto es la línea que se ovilla. La obra de Carlos Maldonado parece instalarse entre estos dos espacios, entre estos dos límites. Hacia adentro y hacia afuera. Interioridad y vaciamiento. Movilidad y quietud. En pocos años, la obra de este artista ha modificado su tesitura y su carga simbólica. Al principio de su carrera, los rostros, la moda, las figuras femeninas y un álbum de zoología muy particular (caballos y aves) impregnaban su discurso. Poco a poco, algunos de los elementos desaparecieron y dieron paso a una modificación conceptual que el espectador descubre lentamente.
Si antes Carlos Maldonado era ante todo un pintor, ahora es un artista que utiliza el trabajo plástico como un vehículo expresivo más, como un espacio de acción. Action painting, ready made, instalación, poesía visual, dibujo, son algunas de las plataformas utilizadas por Maldonado para construir un campo exploratorio. Importa ahora lo que “al narrarse crea”, no el objeto en sí, sino su propio resultado. Lleva la técnica, la visión, el modus operandi a otras formas de representación. Hay una narrativa visual que se deconstruye en una narrativa conceptual. Mejor: aunque haya pintura, no importa; importa la conjugación y el resultado: concepto-objeto. El artista saca las figuras, las líneas, el punto de su propio contexto, de su espacio “natural” y los lleva a otros ámbitos (Duchamp a la inversa, podría pensarse).
Las diecisiete obras de Campo visual adelantan –y muestran, ante todo– un nuevo camino, no la selva selvaggia, en donde Maldonado, su trabajo, es habitado por el movimiento, por figuras que adquieren volumen (el clavadista repetido obsesivamente, y con distintas cargas retóricas es un ejemplo de ello), consistencia, peso.
Aquí hay una metáfora para explicar la obra. Carlos Maldonado, al igual que su clavadista, se lanza al vacío: queda detenido en la sombra de un espacio blanco. Entre el mayor interiorismo posible y la mayor provocación externa surge el grado cero de su obra: reflexión e inflexión: corporeidad de objetos y símbolos: poesía. Maldonado, ese posible prosista imaginado por Valerio Adami, no abandona el dibujo, al contrario, lo expande, lo dinamita: lo lleva a otros espacios.

León Plascencia Ñol

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